Vagar en lo opaco

El otro día estaba sentada leyendo a Voloshinov en un café al que voy siempre, a dos cuadras de mi casa, y tenía encima de la mesa la poesía completa de Alejandra Pizarnik que le robé a mi hermano. En un momento súmamente extraño (digo extraño porque yo estaba desmedidamente concentrada, y eso no me es cotidiano), se me acercó una chica (joven, como una digamos), y con una sonrisa enorme me dijo que estaba feliz de ver un libro de la Pizarnik apoyado en la mesa de un bar. "Yo lo devoré durante el verano. Es algo que no se puede digerir, ¿viste?", me dijo. Yo asentí, aunque hasta ese momento sólo había leído dos páginas. Cuando ella se fue, me quedé pensando en lo bueno que es que exista gente así. Mi hermano me dijo que seguro la mina estaba loca, y yo también en algún momento me quedé pensando en eso. Loca porque pasó por encima de tooodas las barreras imaginarias que nos ponemos todos los días para tolerar al otro en la calle, y se me acercó solamente para contarme cuánto había disfrutado leer un libro. Yo sé que tengo mirada de nena, que soy bastante ingenua, o, como me dijeron alguna vez, conservo "una mirada romántica sobre las amistades". Pero reacciones como las de esa mina me sorprenden, me ponen contenta, me hacen sentir menos sola. En fin, boludeces que se me ocurren, disculpen si hay problemas de verbos o es tremenda cursilada. Ah, acá va un poemita de alejandra. Como me dijo la chica de rulos, que lo disfruten.

"mis pupilas negras sin ineluctables chispitas
mis pupilas grandes polen lleno de abejas
mis pupilas redondas disco rayado
mis pupilas graves sin quiebro absoluto
mis pupilas rectas sin gesto innato
mis pupilas llenas pozo bien oliente
mis pupilas coloreadas agua definida
mis pupilas sensibles rigidez de lo desconocido
mis pupilas salientes callejón preciso
mis pupilas terrestres remedos cielinos
mis pupilas oscuras piedras caídas"